El Mundo lo cuenta, y señala que los estudios se llevan realizando al menos desde 2004.
Más sobre este estudio:
«Las muestras pertenecían a 48 personas diagnosticadas con cáncer de intestino y a 258 voluntarios que no sufrían la enfermedad o que habían tenido cáncer en el pasado. Aproximadamente la mitad de las muestras de voluntarios procedían de personas con pólipos de intestino que, aunque benignos, se consideran precursores del cáncer de intestino. El perro identificó con éxito cuáles eran cancerosas y cuáles no en 33 de 36 tests de aliento y en 37 de 38 de pruebas de heces, con las mayores tasas de detección entre las extraídas de las personas que tenían la enfermedad en su fase inicial. Esto equivale, según el estudio, al 95% de precisión, en general, para las muestras de aliento y al 98% en el caso de las de heces, frente a los resultados obtenidos de las colonoscopias convencionales. Los autores del estudio concluyen que existen componentes químicos correspondientes a tipos de cáncer específicos que circulan por el cuerpo humano y que un perro puede oler.»
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