sábado, 1 de octubre de 2011

No me pidas que sea sincero… porque lo seré.

“Todo el mundo miente” dice el Dr. Gregory House. Y es cierto. Para “salvar la cara”, aunque no llegamos a los límites de autorepresión de los japoneses o de ambiguedad de los indios, todos decimos pequeñas mentiras cada día. Es parte del “circo social”. Desde “¿cómo estás?” a “me alegro de verte”, mentimos por los codos.

A mí se me daba mal mentir en ocasiones sociales (por eso no tenía casi amigos de pequeño), aunque he aprendido con los años, y ahora miento como un bellaco más. Pero se siente un gran alivio cuando te permiten, o mejor todavía, te ruegan, que seas completamente sincero. Así que ha sido un placer contestar a la exigencia de una encuesta reciente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario